jueves, 17 de noviembre de 2011

El mismo mar de todos los veranos

"El mismo mar de todos los veranos", es un libro escrito en 1978 por Esther Tusquets, que yo NO HE LEÍDO (aún), pero del que me hablaron hace poco. Os dejo esta "golosina" que encontré en el blog de Sui (Mirando las musarañas)



“Clara, despacio, tenemos todo el tiempo‑ porque no quiero una vez más, no quiero aquí esta noche, esa agresión febril, esa acometida de animalito salvaje y desamparado, ese placer sombrío y terrible de otras veces.

Y sólo mucho más tarde, cuando estamos desnudas, hermosa su blancura escuálida y ya no avergonzada a la luz de las llamas ‑ahora sí he añadido leña al fuego, he cerrado las cortinas, he buscado unas mantas‑ entre el cabello oscuro y lacio de sirena, sólo ahora, casi de madrugada, dejo que se apretuje contra mí con este deseo oscuro, torpe, desolado que casi me da miedo, pegada a mí la piel contra la piel, iniciando un gemido que muere en estertor, restregándose contra mi cuerpo, sus dos piernas enlazadas como una trampa mortal en torno a mis caderas ‑suavecito, Clara, despacio, tenemos todo el tiempo‑, hasta que me desprendo del estrecho lazo de sus piernas y sus brazos ‑quieta, Clara, quieta, amor‑, la tumbo de espaldas, la fuerzo a no moverse, la sujeto contra el suelo con mis dos manos, y mi boca empieza un recorrido lentísimo por la garganta fina, palpitante, donde agonizan los gemidos, la garganta de alguien que se está ahogando y que no quiere gritar ‑silencio, Clara, quieta, todavía es de noche, tenemos todo el tiempo‑, un recorrido lentísimo por los hombros redondos que no logran de cualquier modo contener el temblor, por los huesos que se le marcan delicados en el escote, por los pechos chiquitos, por los pezones pálidos, de pezón a pezón mi boca mordisqueante, hasta que crecen hacia mí erizados y locos, encrespados bajo el aire abrasado de mi boca, bajo mis labios duros y mis dientes punzantes y breves, y son ellos ya los que buscan dientes y labios, y los muslos de Clara que se levantan hacia el vacío, también buscándome, porque yo sigo con mi boca sobre ella, mis manos inmovilizándola, mi cuerpo todavía distante ‑despacio, Clara, despacio, pronto llegará el alba‑, y los flancos de Clara arqueados de un modo tan violento y contorsionado, tan pálidos y flacos a la luz de las llamas, evocan imágenes sombrías de terribles torturas ancestrales, y ahora sí deslizo mi cuerpo sobre el suyo, y dejo que me aferren frenéticas sus piernas ‑despacio, Clara, despacio, amor, despacio‑, y mi mano va abriendo suavemente el estrecho camino entre su carne y mí carne, entre nuestros dos vientres confundidos, hasta llegar al húmedo pozo entre las piernas, unas fauces babeantes que devoran y vomitan todos los ensueños, y yo me hundo en él como en la boca de una fiera, arrastrada en las ondas de un torbellino en que naufrago, y crece el vaivén de nuestros cuerpos enlazados y el roce de mi mano entre sus muslos, y el gemido de Clara es de pronto como el aullido de una loba blanca degollada o violada con las primeras luces del alba ‑pero no hay temblores locos esta vez, no hay gemidos entrecortados, porque el placer brota, seguro y sin histerias, de lo más hondo de nosotras y asciende lento en un oleaje magnífico de olas espumosas y largas‑, y después Clara yace a mi lado, desmadejada como un muñeco de estopa, jadeante todavía, pero relajada al fin, recuperada finalmente su sombra o liberada para siempre de la caterva de los niños perdidos.

No me pregunta ¿y tú?, ¿estás bien?, ¿te ha gustado a ti? Qué maravilla, Clara no pregunta nada, ni tan siquiera dice que me quiere, queda ronroneante y desmadejada ‑los ojos cerrados y fugitiva en los labios una sonrisa a lo Gioconda‑, hasta es posible que esté medio dormida, porque no hace ningún gesto cuando me levanto, sigue tumbada quieta entre almohadones y mantas, ante las ascuas, igual que un gatito satisfecho que hubiera encontrado por fin su sitio en el hogar

(…) estamos repentinamente al otro lado ‑mucho más allá‑ del miedo y la vergüenza, y es evidente y claro que en cualquier instante yo tendré que morir, porque la ternura me ha traspasado como cien alfileres de diamante, la ternura me ha pisoteado y arrollado a su paso como el más terrible de los ejércitos en marcha, y me voy deshaciendo, disolviendo, desangrando en palabras, tan dulcemente muerta que ya casi no puedo con el peso de Clara ‑que no pesa nada‑‑‑, y menos mal que hemos llegado juntas a las dos camas gemelas y la deposito allí y le deslizo una almohada bajo la cabeza (…) y la cubro con la sábana y la manta de pieles ‑hace frío con la ventana abierta, y yo quiero mantener abierta la ventana porque la habitación olía a cerrado, y porque es imprescindible que oigamos el mar y el viento entre los cañaverales y el pitido del tren al adentrarse en el primer túnel de la mañana‑, y ahora le pido quedo que no despierte, que se duerma, y me tumbo a su lado, a sus espaldas, y ella despega por fin los labios y gime “Elia no te vayas” y sé que podré repetir un millón de veces el mismo recorrido suave de su cuerpo con mis manos, susurrar interminablemente las mismas palabras tontas en su nuca tibia, escucharla dormir plácida y a trechos suspirante, mientras espero la muerte con el alba”

Esther Tusquets
“El mismo mar de todos los veranos”

Ed. Castalia (única con notas de la autora, absolutamente edición agotada) 

Extraído del blog: Mirando las musarañas

Un beso

noche

11 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Esther Tusquets fue una eterna promesa.
Seguramente por la facilidad que podía haber tenido para publicar, dejó de trabajar seriamente.
Siempre pensé que llegaría lejos y yo solamente conozco de ella ese libro, por lo que en su día supuso de "escándalo". Por entonces, si eras "progre" tenías que leer ese libro y "el beso de la mujer araña".
Y Bukoswski, claro.
Hablo de 1979, más o menos.

Asun dijo...

No he leído nada de esta autora.

Desde luego que para estar escrito en esos años demuestra ser una mujer un tanto adelantada a su tiempo. Imagino las críticas que habría recibido corriendo los tiempos que corrían.

Un beso.

amelche dijo...

Yo tampoco lo he leído. Pero, si ese es el principio... ¡cómo será el final! :-D

Myriam dijo...

JAJAJAJJA me gustó el comentario de Amelche, no he leido nada de ella, pero como dice Asun, puedo imaginar el escándalo que se habrá armado cuando editó su libro la primera vez...

Besos

yraya dijo...

Pues hace buena pinta su lectura, yo tampoco he leído nada de ella, lo buscaré.
Besitos

Anónimo dijo...

No conozoco la obra de Esther Tusquets, pero después de leer tu post sería un pecado no leerla, creo que me encantará.
Buenas noches.

Mariluz GH dijo...

No conocía ni su existencia...

un abrazo

Anónimo dijo...

Me parece una preciosidad, está escrito con una profundidad en emociones y sensaciones que me han dejado viendo estrellitas y lucecitas =)
Que momento tan dulcemente íntimo Lo leì varias veces y lo hice tan mío, pensando en la placentera fortuna de haber vivido momentos así, pero obviamente jamás.. nunca jamás.. estaré ni cerca de expresarlo de este modo tan sutil y sublime como lo hizo Esther Tusquest.
Una belleza de texto, gracias por compartirlo.
ah! y la imagen WOW!! vaya golosina
=)
Muchos besos!!

Encarni dijo...

Ummmh, que deliciosa prosa. No conozco a esta mujer, pero por lo que se puede leer aquí, sus escritos prometen.
Gracias por compartirla :-)

Un beso.

Eastriver dijo...

Es un personaje curioso, formó parte de la llamada Gauche Divine y creo que era buena escribiendo... Yo leí esta novela en mis años universitarios, y más recientemente Nosotros que ganamos la guerra, o algo así, su biografía.

Qué interesante que la traigas aquí, aunque desconocía lo que cuenta María Jesús, no sabía que en su momento tuvo tanta polémica...

Busca un cuento de Carme Riera que es una delicia, la historia de una alumna enamorada de una profesora, en catalán se titula Te deix amor la mar com a penyora, que no sé exactamente cómo traducir, yo creo que debe existir traducido, algo así como Te dejo, amor, el mar como prenda. Muy bonito, muy lírico, muy intenso, de llorar a gusto, jajaja. Besitos, corazón.

Ana dijo...

Que maravilla, yo tampoco he leído este libro, pero con lo que has puesto, habrá que leerlo, que preciosidad, cuanto amor y cuanto deseo. Gracias.

besazo