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.."Aunque crea malestar, muchas personas pueden convertirse en adictas al sufrimiento. La mejor opción es no temer a mirar en uno mismo, aceptar los cambios y poder observar desde el desapego para tener una perspectiva clara que ayude a ver la dirección correcta.
Hay personas que se aíslan en su tristeza y dolor. Exclaman: "No me entiendes". Se separan de las personas que pueden ayudarle. En el fondo quieren su cariño y ayuda. Pero se encierran dificultando e incluso impidiéndose ese apoyo. Quieren ayuda, pero bloquean la posibilidad de aceptarla.
SIN MIEDO
"Dile a tu corazón que el miedo a sufrir es peor que el sufrimiento mismo" (Paulo Coelho)
En nombre del amor sufrimos. En vez de amar desde un espacio de libertad, intentamos ayudar desde la preocupación y el miedo, y así agobiamos, controlamos y dependemos. No dejamos ser.
Cuando hay demasiado dolor no podemos asentarnos en nuestro poder verdadero y experimentar nuestra energía de amor. El miedo al amor y a la grandeza de lo que puede conseguir con su poder le impide levantarse para recuperar su potencial. Tememos nuestra grandeza, y este miedo nos mantiene en un estado restringido y doloroso. Solo el poder del amor verdadero puede ayudarnos a sacar el sufrimiento reprimido del subconsciente a la conciencia consciente. El amor no se aferra a las cosas: libera el pasado y desbloquea la energía.
SOLO SI LO PERMITE
"Nadie puede herirte sin tu consentimiento" (Eleanor Roosevelt)
Nadie le puede herir, excepto si usted lo permite. ¿Cómo lo permite? Siendo una aspiradora que hace suyo todo lo del otro, lo bueno y lo malo. Sus expectativas y su insatisfacción constante le llevan a esperar del otro. Y esto le abre a sufrir, sus deseos se multiplican y permanece el vacío interior.
Revise sus expectativas, sus deseos, sus proyecciones, y entre en su silencio interior para aprender a soltar. Abra su corazón y deje que salga el dolor. No lo necesita. No lo justifique. No acumule más sufrimientos.
El sufrimiento es un mensajero. Nos señala que tenemos los ojos cerrados frente a nuestra verdadera naturaleza espiritual. Lo que ocurre es que en lugar de escuchar, con frecuencia tapamos y negamos que el problema existe o lo justificamos, con lo que no permitimos que se disuelva. Lo importante es percibir que se puede convertir en un estímulo para la transformación.
Cuando sufrimos, buscamos el origen del malestar. Pero la tendencia es buscar culpables fuera de nosotros. Para sanar el dolor hemos de ir hacia el interior. Solo así nos daremos cuenta de que quizá las causas están en nuestra manera repetitiva de pensar, en nuestras actitudes defensivas o en nuestra incomprensión de nuestras relaciones y del mundo que nos rodea. Aceptar y tolerar nos sana, y una parte consiste en ver el sufrimiento como un proceso de aprendizaje. Tolerar no es aguantar, sino comprender y amar. Desde ahí crece la compasión.
LA MENTE COMO CALMANTE
"El sufrimiento deriva del apego" (Julio César)
El dolor físico, emocional o mental invita a incrementar el poder interior y a desapegarte. En el dolor físico, el aprendizaje del desapego facilita soltar el "nudo" y calmar la sensación de dolor.
La solución espiritual es impedir que aparezcan las emociones que nos llevan al sufrimiento extrayendo del núcleo de nuestra conciencia cualidades de amor y paz, empleándolas en pensamientos y actitudes con motivación de entrega dirigidas al mundo que nos rodea. Se trata de concentrarnos en nuestras cualidades positivas naturales y no obsesionarse ni dar espacio a las negativas para que estas se vayan disolviendo.
Si está atrapado emocionalmente, el sufrimiento permanece y el dolor crece, provocándole amargura y malestar. Reacciona desde la angustia en vez de la compasión.
En silencio, con desapego, verá con claridad cómo en algunos casos ha sido su ego el que se ha dolido. El ego y el apego crean ataduras e imposiciones hacia otros, le coaccionan a actuar en contra de sus valores y le quitan libertad. Es necesario darse cuenta y aceptar la causa para pasar a fortalecer su poder de transformarlo. Para disolverlo se puede involucrar en acciones elevadas, sirviendo o cuidando a otros. En vez de sentir el dolor como un martirio, veamos cómo nos invita a escuchar su llamada; a comprender con aceptación, tolerancia y compasión; a soltar y a desapegarnos; a amar con libertad dejando ser y hacer sin expectativas; a ser solidarios y a servir al prójimo."
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Pero... ¿cómo no sufrir?, ¡¡con la que está cayendo!!
PD. A todos aquellos que no sólo me leen, sino que también se preocupan por mí. Estoy bien, la nostalgia y el sufrimiento están en los niveles normales, mi alma se va recomponiendo y un poco payasa sí que soy :))
Besos, millones de besos y buen fin de semana.
noche